Valiente = Invisible

Ser valiente, es casi sinónimo de ser invisible con la fibromialgia.

Somos valientes al cargar con la fibromialgia, porque ser invisibles ante la ignorancia de tantos faltos de entendimiento que lo que expresan es inmadurez, y sí ignorancia, ser invisibles ante tantas ignorancias recibidas por parte de aquellos que te rodean constantemente.

El dolor solo lo sientes tú. Al ojo que no observa con detenimiento, no lo ve; pero si te das con la suerte de encontrarte alguien que observa, puede ver: tu cara expresando dolor (que es lo que sientes siempre), que algunos toman como cara de mal humor, pero no pueden comprender que hasta lavarte la cabeza duele, vestirte duele, caminar duele, guiar duele.

¡El dolor de nuevo! Pero es que eso es lo constante y sin variación en la fibromialgia y sus etcéteras; y eso implica que la valentía debe también ser una constante en este caminar. No se trata de ser hipócrita y ponerte una careta con sonrisa de oreja a oreja (no les niego, que existen días en que se siente como que esa es la única manera de sobrevivir una reunión familiar, un compartir, una visita en tu casa o fuera de ella, una salida fuera de la casa, una actividad que requiere tu presencia inmediata, y hasta levantarte para mirar a tu acompañante de vida), y fingir hasta que te cansas. La valentía requiere aprender y creer, que podemos seguir adelante con todo y éste gran paquete de situaciones.

La valentía radica en levantarte una y otra vez, cada vez que caes rendida comenzando el día, a mitad de día, al terminar el día, en la madrugada…sí, porque caemos rendidos en cualquier momento, porque ésta condición no tiene tregua; y entonces, una cosa pequeña para otros, para tí es gigantesca. La valentía es ponerte de pie, respirar y decirle a la vida: “¡Dale, que estoy lista!”.

Si algo es repetido en ésto, es la frase de, “No es fácil”. Y con el tiempo parece ‘cliché’; pero es como un mantra repetido, porque es una realidad que no debemos olvidar. ¡Ah, pero es más importante lo que sigue: “No es fácil, pero no imposible.”, y ahí hay fuerza!

La valentía; mantener una actitud valiente; comportarnos con atrevida valentía; ser valientes en nuestro diario vivir haciéndole frente a todo aquello que podamos (sí, porque no todo se toma o se agarra), va desarrollando y puliendo nuestra capacidad de ser valientes en cada circunstancia, para ser capaces de seguir viviendo de frente, sin correr ni huir de algo que llevamos dentro: de eso no se huye, eso no es posible.

La valentía también nos ayuda a conocer y entender cual es nuestra lucha; y por lo tanto a ser capaces de elegir nuestras batallas con sabiduría. Porque, seamos sinceros: debemos aprender también a ser egoístas con nuestras preciosas energías y nuestro más que preciado y caro tiempo.

Esto nos trae a la valentía ante nuestra invisibilidad, a falta de sangre que habla de herida; y la invisibilidad ante la ignorancia de tantos cobardes y crueles seres humanos, incapaces (hasta el momento ideal), de ver más allá y comprender una condición que aún la misma medicina no tiene del todo resuelta y sigue en muchas teorías, y somos a veces nosotros los pacientes, los más versados en el tema.

¡Sé tú un agente de cambio para el ignorante! Elige el momento correcto, dentro de tus capacidades; y orienta con paciencia e información tangible. A lo mejor no verás de inmediato un reconocimiento o cambio que se pueda percibir; pero con mucha probabilidad, tu valentía va a ayudar a que más adelante haya un cambio permanente.

¡Vamos, te invito a ser valiente: no te limites por la incapacidad de los demás y sé tú donde quiera que vayas y con quine estés! ¡Sé valiente también para aceptar que no todos pueden con ésto, y abre la puerta sin remordimientos para quien te arrastre en vez de levantarte (ésto es parte de elegir tus batallas), y señala la puerta para que pueda seguir su camino en paz, y tu camino tenga un estorbo menos! ¡Sé valiente y vive: no te niegues el placer de vivir y toma en consideración que es un regalo preciado! No olvides que Dios mismo dijo: “Esfuérzate y sé valiente…”. Si crees en Él y le sirves, ¿cómo negarte?

Sé valiente y mostremos que no somos invisibles, que el dolor siempre está; pero por encima de eso, vivimos a plenitud, una plenitud especial que carga una responsabilidad dada a unos pocos. Sé valiente, no pusilánime. Entrégate a vivir bien; pero sobre todo VALIENTE.

 

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